Salud mental materna: ¿Qué es y por qué es importante?

Salud mental materna

La salud mental es la aptitud por la cual los individuos reconocen sus habilidades y son capaces de hacer frente al estrés normal de la vida, trabajar de forma productiva y fructífera, contribuir a sus comunidades y gozar del mayor bienestar posible. Por ello, es fundamental para la salud integral del individuo y su evaluación constante. Recientemente se ha prestado especial atención a la salud mental de las mujeres, puesto que se ha observado una mayor propensión a sufrir depresión y trastornos de ansiedad durante y posterior al embarazo. El estado de mayor vulnerabilidad sucede en la adolescencia, el embarazo, el puerperio y la perimenopausia. Una adecuada salud mental durante la gestación ha mostrado efectos benéficos en la resolución del embarazo y en la salud del recién nacido.

 

De acuerdo con lo establecido por la OMS, la salud mental materna corresponde al grado de adaptación de la mujer a su condición de gestante, al funcionamiento armónico de su actividad psíquica y su correspondiente integración tanto individual como social, lo que lleva a un estado de bienestar personal y capacita para la futura maternidad.

 

Aspectos emocionales de la maternidad

Para la mujer, convertirse en madre es una ardua tarea psicológica, sobre todo si es el primer embarazo, cuando pasa del papel de solo mujer a la labor de convertirse activamente en madre. Por ello, con el nacimiento del hijo se podría decir que también nace la madre. Es precisamente durante la gestación cuando la mujer sufre una serie de modificaciones psíquicas y conductuales que cambian su forma de pensar y de sentir, y su estilo de vida. Ello implica el cambio definitivo del «yo» al «nosotros», lo que habitualmente es un proceso poco fácil.

 

La gestación conlleva una revolución de sentimientos que van desde la felicidad, el miedo, la incertidumbre y el rechazo hasta la completa ambivalencia. Según diversas estadísticas, hasta el 30% de todos los embarazos no han sido planeados, por lo que, en estas circunstancias, los sentimientos negativos hacia la gestación pueden ser más frecuentes.

 

El proceso hacia la resolución del embarazo es complicado. Durante el primer trimestre, hasta el 80% de las mujeres pueden presentar antojos frecuentes, cansancio, somnolencia, náuseas y vómitos que, dependiendo de la intensidad de los síntomas, pueden provocar en la gestante cierto grado de dependencia y llegar a requerir cuidados especiales. Pasada esta reacción inicial, es común que la mujer presente fantasías acerca de su futuro hijo y trate de comunicarse con él, hablando y compartiendo las experiencias de su día a día. Físicamente, se observa un incremento en el peso corporal y un crecimiento progresivo del abdomen y de las glándulas mamarias.

 

En el tercer trimestre, el feto ha crecido a tal grado que provoca nuevos síntomas. Se producen cambios en la marcha de la mujer y en la postura corporal, y trastornos respiratorios y gastrointestinales por el crecimiento abdominal, entre otras alteraciones. En este periodo, la mujer se visualiza como una unidad con su futuro hijo e inicia el proceso de «preparación del nido».

 

Describir toda la dimensión emocional durante el embarazo es una tarea compleja. Este es un periodo en el que las personas esperan que la mujer se sienta realizada y en completo estado de felicidad; desafortunadamente, esto es solo un mito y un ideal que no siempre se puede alcanzar para muchas mujeres.

 

Los diversos cambios físicos, fisiológicos y patológicos hacen que algunas mujeres experimenten un abrupto cambio en su estilo de vida, pero también un cambio radical en su rutina diaria y en sus relaciones sociales. A lo anterior se agrega la responsabilidad del cuidado y la provisión del recién nacido (con mayores sentimientos negativos cuando se suma a la responsabilidad del cuidado de otros hijos o se es madre soltera), así como la disminución de las horas efectivas de descanso y sueño, llevando a un estado de irritabilidad con alteraciones del ciclo circadiano, alteración del estado de ánimo e incluso profundos estados depresivos y psicosis.

 

Por lo anterior, el embarazo es considerado como un periodo «crítico» y de alta sensibilidad psicológica que hace a la mujer vulnerable y con una gran necesidad de apoyo emocional. En este tiempo, la mujer procesa las emociones más intensamente que antes de la gestación, sobre todo al final del embarazo, y diversas situaciones de tensión y ansiedad incrementan la vulnerabilidad y afectan el bienestar de la mujer: tensiones económicas y malas condiciones de vida, violencia intrafamiliar y doméstica, adicciones en la mujer o en su pareja, falta de apoyo psicosocial y de redes de apoyo, patologías crónicas y trastornos mentales preexistentes o de inicio durante el embarazo.

 

Diversos autores describen que el estrés excesivo y crónico en la mujer y en el feto y durante la vida extrauterina puede provocar aborto espontáneo, prematuridad, preeclampsia-eclampsia, bajo peso al nacer, programación fetal para estrés y ansiedad, mayor incidencia de trastornos emocionales y conductuales en los hijos, y trastornos en el sistema inmunitario.

 

Trastornos mentales durante el embarazo

La OMS declaró en 2016 el primer miércoles de mayo de cada año como Día Mundial de la Salud Mental Materna, con la finalidad de sensibilizar a la población acerca de su importancia y mejorar los recursos destinados por los gobiernos para la prevención, la detección y el tratamiento de los trastornos mentales durante el embarazo y el primer año tras el nacimiento.

 

Sin duda, la salud mental materna podría considerarse como la gran olvidada del sistema sanitario, pues su evaluación debería ser tan sistemática como la realización de ultrasonidos obstétricos o el tamiz para la detección de diabetes gestacional. Al respecto, pocas veces el personal de salud pregunta a la madre acerca de si ha sufrido algún episodio depresivo previamente o durante el embarazo actual, y tampoco acerca de cómo se siente en el momento de la consulta o si existen preocupaciones sobre su embarazo o futura maternidad. Dicha situación invisibiliza el problema y, por lo tanto, retrasa su evaluación, afectando el diagnóstico, el tratamiento y el seguimiento clínico.

 

Debido a que en la gran mayoría de las instituciones y hospitales que otorgan servicios de atención gineco obstétrica no se cuenta con un área específica de salud mental materna, en México existen pocas o nulas estadísticas acerca de los trastornos mentales que suceden durante el embarazo.

 

Conocer el panorama actual de los trastornos mentales durante el embarazo es fundamental para los profesionales de la salud, ya que, según los datos nacionales, afectan a alrededor del 30% de la población en general en algún momento de su vida, y en su gran mayoría se trata de trastornos mentales con una adecuada respuesta al tratamiento, como son la ansiedad y la depresión, y que representan un costo social elevado no solo por los gatos en salud que representan, sino también por el desempleo, el ausentismo laboral y escolar, y la pérdida de productividad global que representan.

 

Se considera que hasta el 21.7% de las mujeres sufren depresión durante el embarazo, con una duración media de 7 meses posparto. Uno de los factores asociados a la depresión es la disminución de las horas efectivas de sueño o de la calidad de este. Se ha observado que el insomnio se presenta hasta en el 50% de las mujeres embarazadas y tiene su mayor incidencia en el tercer trimestre de la gestación.

 

En cuanto a los trastornos de ansiedad, se presentan hasta en el 10-15% de las mujeres en algún momento del embarazo y el puerperio. El trastorno por estrés postraumático puede aparecer en el posparto hasta en el 3% de las mujeres con parto vaginal, incrementándose hasta el 6% en las que requieren cesárea de emergencia, con pérdida obstétrica o cuyo recién nacido padece una enfermedad grave o precisa de cuidados intensivos.

 

El retraso en la atención de los diversos trastornos mentales perinatales puede llevar al infanticidio o al suicidio, siendo este último la principal causa de muerte materna durante el primer año posparto. Por ello, los trastornos mentales durante el embarazo son un serio problema de salud pública en todo el mundo.

 

Cuando no se cumplen las expectativas de felicidad se sufre inadaptación al embarazo o a la lactancia. También se puede presentar incapacidad para cumplir las obligaciones actuales y las que de ella se esperan en el futuro inmediato. Sumado a lo anterior, si existen trastornos mentales preexistentes o desarrollados durante la gestación o posterior al parto se puede producir en la mujer un profundo sufrimiento, y afectar la relación madre-hijo o la dinámica familiar. Todos estos factores se ven potenciados por el retraso en el diagnóstico de los trastornos mentales y por un tratamiento inadecuado.

 

En el recién nacido, se ha demostrado que los trastornos mentales en la madre tienen un efecto negativo en su desarrollo físico, emocional, social y cognitivo. Además, diversos estudios prospectivos demuestran que los hijos de madres deprimidas, ansiosas o con estrés durante el embarazo tienen mayor riesgo de presentar problemas emocionales en la infancia y en la vida adulta, o trastorno por déficit de atención e hiperactividad.

 

Trastornos mentales durante el puerperio

Entre estos trastornos se encuentran la tristeza posparto, la depresión posparto y la psicosis posparto, los cuales pueden presentarse hasta en el 80% de las mujeres, con síntomas de intensidad variable que van desde leves molestias hasta el infanticidio o el suicidio.

 

  • TRISTEZA POSPARTO

La tristeza posparto se ha relacionado con factores estresantes durante el último mes de la gestación, trastornos del sueño, antecedente de síndrome premenstrual, depresión en embarazos anteriores u óbito. Tiene una prevalencia del 50-80% y aparece a los 2-4 días posparto. Remite clínicamente de modo espontáneo después de 2-3 semanas y se caracteriza por labilidad emocional, irritabilidad, ansiedad, desesperación, tristeza o llanto fácil. Debe informarse a la paciente y la familia de que la remisión puede ser espontánea, pero que si aumenta la intensidad de la sintomatología o si el cuadro no ha remitido después de un periodo máximo de 3 semanas debe buscarse la ayuda de un profesional especializado en salud mental materna.

 

  • DEPRESIÓN POSPARTO

Se presenta en el 30-56% de las mujeres puérperas. Los factores de riesgo para depresión posparto son diversos: antecedente de trastornos mentales (principalmente ansiedad y depresión), síntomas depresivos durante el embarazo, complicaciones obstétricas, embarazo no planeado o no deseado, falta de apoyo familiar o social, problemas familiares o sociales, pobre relación marital, abandono de la pareja (separación o divorcio), pobre o nulo apoyo emocional de la pareja, estrés, dificultades o preocupaciones económicas, antecedente de abuso (físico, emocional o sexual), duelo no resuelto, mala relación con la madre, antecedente de pérdidas perinatales, trastornos tiroideos, problemas de salud del recién nacido y dificultades para el cuidado del recién nacido o de los otros hijos.

 

Existen dos ejes terapéuticos principales: 1) psicoterapia individual o grupal, y 2) tratamiento farmacológico.

 

  • PSICOSIS POSPARTO

La psicosis posparto es un episodio afectivo con síntomas psicóticos y presenta una tasa aproximada de 2/1000 embarazos. Se desarrolla habitualmente entre la segunda y la cuarta semanas, incluso hasta el sexto mes posparto. Se ha observado que las mujeres con antecedente de un episodio de psicosis previo en cualquier momento de su vida tienen un 35% mayor de riesgo de presentar un nuevo episodio durante el embarazo o en el puerperio. Otros factores de riesgo son el antecedente de trastorno bipolar o de esquizofrenia, la historia familiar de trastornos afectivos y las complicaciones médicas durante la gestación, el parto o el puerperio.

 

El trastorno se caracteriza por un cuadro de delirio paranoide o de grandeza, cambios en el estado de ánimo, pensamiento alterado y comportamiento desorganizado. Además, puede incluir agitación y estupor, euforia y ansiedad, verborrea o mutismo, perturbación en la percepción del tiempo, trastornos del sueño, pérdida del contacto con la realidad, delirios o alucinaciones, y deseos, tentativa o culminación del infanticidio. El tratamiento psicofarmacológico debe ser enérgico; habitualmente se utilizan antipsicóticos, estabilizadores del ánimo y benzodiacepinas. Las consecuencias de una mala atención de la psicosis posparto pueden ser desastrosas para la mujer, el recién nacido y la familia. También se describen cuadros de ideación suicida durante el periodo depresivo, principalmente entre el segundo y el sexto mes posparto.

 

Estrategias de intervención basadas en la evidencia

La mejor forma de evaluar los aspectos psicológicos de la embarazada es mediante la observación directa. Sin embargo, la evaluación del factor psicológico es objetivada y económicamente factible mediante el uso de instrumentos de tamizaje.

 

Principalmente en depresión perinatal (durante el embarazo y el posparto) se han obtenido buenos resultados con la implementación permanente de las siguientes estrategias:

  • Creación de áreas especializadas en salud mental perinatal
  • Programas de visitas domiciliarias
  • Servicios de consejería y seguimiento telefónico
  • Programas de coaching interactivo
  • Servicios de psicoterapia individual y grupal de tipo cognitivo-conductual e interpersonal
  • Talleres de intervención madre-recién nacido
  • Implementación de servicios de terapias de relajación y programas de actividad física

 

Recomendaciones para la atención de la salud mental en los hospitales gineco obstétricos

 

La OMS publicó en 2015 una guía para el tratamiento de la depresión perinatal con el título Thinking Healthy. A manual for psychosocial management of perinatal depression, en la cual se hacen diversas recomendaciones basadas en la evidencia con énfasis en intervenciones psicológicas de baja intensidad para implementar a lo largo del proceso del embarazo y hasta el décimo mes de vida del recién nacido. El Plan de Acción para la Salud Mental en el mundo de la OMS (2013-2020) recomienda una atención social y de la salud mental comprehensiva e integrada, así como la implementación de estrategias para la promoción y la prevención, incluyendo la SM materna, del recién nacido, la pareja y el núcleo familiar. Esta guía es útil para la planeación y la intervención de estrategias para la evaluación y el manejo de trastornos mentales, neurológicos y de abuso de sustancias en futuras gestantes, con enfoque en atención primaria y con la finalidad de implementar un programa basado en la terapia cognitiva- conductual.

 

Conclusión

Muy pocos hospitales suelen tener áreas de salud mental bien identificadas y funcionales para la evaluación mental de la mujer en el periodo pregestacional, durante el embarazo y posterior a este. De aquellos que disponen de servicios de atención psicológica y psiquiátrica, las pacientes son referidas a otras instituciones para su reevaluación y continuar el tratamiento, pero en pocas ocasiones puede comprobarse que la referencia ha sido efectiva y la paciente se encuentra recibiendo atención en una institución más adecuada o con mejores recursos. No obstante, en su gran mayoría las pacientes no acuden a estas instituciones por los gastos que implica, la lejanía o la dificultad de acceso, o por el estigma familiar y sociocultural infringido por acudir a una institución de salud mental, lo que podría originar situaciones de discriminación.

 

A modo de conclusión, se enfatiza que el conocimiento de los trastornos de la salud mental en el embarazo o el puerperio, el reconocimiento de los signos de alarma por parte del personal de salud, así como de la mujer y su familia, aunado al compromiso de seguimiento y evaluación diagnóstica dirigida en cada contacto con la paciente en este periodo crítico, facilitarán el diagnóstico oportuno y el tratamiento adecuado e individualizado, lo que a su vez mejorará la calidad de la atención de la mujer, tanto en el ámbito ambulatorio como en el hospitalario, para disminuir la morbimortalidad materna y perinatal.

 

Dos de cada 10 mujeres presentarán un problema de salud mental durante el embarazo y el primer año tras el parto. Mas del 75% de estas mujeres no serán diagnosticadas ni recibirán el tratamiento ni la atención adecuada.

 

Durante el brote de COVID-19 las mujeres embarazas y puérperas en México enfrentaron desafíos únicos cuando la posibilidad de recibir atención para la salud mental fue casi inexistente, en parte, debido a las carencias en la atención previas a éste.

 

Además de recibir atención en un momento oportuno para prevenir estas situaciones, el consumo de probióticos mejorará el estado de ánimo, reducirán los niveles de ansiedad y estrés, mejorarán la calidad del sueño y reducirán la ansiedad y depresión en la etapa materna y perinatal.

 

Yo como nutrióloga y educadora en diabetes y obesidad, les recomiendo que consuman probióticos durante y después de su embarazo y en especial: Vitamina D3, A+C, Magnesio y ácido fólico y OM3 de PAVIA.

 

La Vitamina D3 de Pavia, te ayuda a la absorción de calcio, al desarrollo óseo fetal, al sistema inmunológico, a la prevención de la preeclampsia y a mejorar tu estado de ánimo y salud mental. El A+C de Pavia, contiene Antioxidantes, que son benéficos durante el embarazo, ya que te ayudan en la protección contra el estrés oxidativo, a mejorar tu salud cardiovascular y a fortalecer tu sistema inmunológico. Además, contiene colágeno, que te será de utilidad en esta etapa mejorando la salud de tu piel y tejidos conectivos y fortaleciendo tus articulaciones. También se recomienda el Magnesio y Ácido Fólico de Pavia; el magnesio es esencial para el crecimiento y desarrollo adecuado del feto. Ayuda en la prevención de la preeclampsia a disminuir las contracciones musculares, a regular los niveles de azúcar en la sangre y ayuda a aliviar el estreñimiento. El ácido fólico ayuda en la formación del tubo neural, en la producción de glóbulos rojos, en el desarrollo del ADN y ARN, ayuda a prevenir complicaciones del embarazo y a cuidar tu salud cardiovascular. Por último, el OM3 de Pavia, que contiene Omega 3, benéfico para el desarrollo cerebral del feto, ayuda a reducir el riesgo de parto prematuro, a mejorar tu salud cardiovascular, y a reducir el riesgo de depresión posparto.

 

¡Pavia, probióticos para verte y sentirte mejor!

 

LNCA Karla Urbán